“Cinéfilo de toda la vida”, así se autocalifica Isaac León Frías en la introducción del libro Tierras bravas. Cine peruano y latinoamericano. Es cierto, es cinéfilo y esa cinefilia lo ha llevado a diversos menesteres: crítico, profesor e investigador. Lo importante es que hablando o escribiendo de cine, en “Chacho”, se encuentra una mirada siempre cuidadosa en el análisis y la sinceridad de lo que expresa. En él hay una percepción amplia y profunda fraguada en múltiples sesiones de ver cine, en conversaciones a veces acaloradas defendiendo sus puntos de vista respecto a una película, en escritos críticos en los que es característico un sentido de autenticidad y equilibrio. Ese ejercicio trata siempre de valorar lo que juzga apropiado pero también de denunciar lo que a sus ojos no lo es. En sus comentarios encuentro ejercido un planteamiento del crítico y realizador francés F. Truffaut: “Conviene denunciar la vulgaridad y bajeza de inspiración de todos los films insinceros”. (*).
En la primera parte “Historia del cine peruano”, Isaac León brinda en forma sintética pero significativa un panorama general del cine peruano al que muestra en su devenir difícil, tortuoso y muchas veces incomprendido. En general, en esta parte, se encuentra un afán organizador que ayuda al lector a situarse en la visión de la producción del cine de nuestro país. Es este un aporte para los estudiantes e interesados en nuestro cine de parte de una persona que siempre ha estado atento al transcurrir de las vicisitudes del hacer y vivir el cine en el Perú. En ese sentido, la obra enuncia un reclamo a los cineastas por el contacto con las sensibilidades del público. Destaco el planteamiento de una crítica a las películas nacionales: “Casi siempre se excluyó una cuestión medular: la mediación que supone la asimilación dramática del ámbito social a la materia fílmica y a la decisiva participación de las operaciones del lenguaje en ese cometido” (p.53).
En la segunda parte dedicada al cine latinoamericano, Isaac León motiva al lector a la reflexión acerca de esa diversidad de manifestaciones culturales. El suyo es un criticar, desde luego, pero también explicar, hacer entender realidades tan diversas. No puedo rehuir a mi condición de educador al decir que en ese sentido este libro es también pedagógico y sustantivo en la afirmación de valores. Al respecto, siento que, de alguna manera, León hace el recorrido de la crítica a la Pedagogía que desde luego a la vez la comprende. En ese cauce, deseo mencionar una ya antigua metodología francesa de los años 60: la llamada del “Lenguaje Total”, a continuación explico por qué. Cuando recibí el pedido de presentar este libro, al revisarlo, sentí la necesidad de volver a ver algunas de las películas, especialmente latinoamericanas que eran sujetos de crítica. En ese quehacer, evoqué dos planteamientos de la mencionada metodología: la necesidad de una educación de la percepción y aplicar ejercicios de redactar textos “de cara a la imagen”, es decir, escribir a partir de lo visto. Al aplicar ello, viendo algunas películas y leyendo a continuación las críticas de Isaac, encontré en mi percepción el atravesar un umbral de aprendizaje y, por ello, una motivación a la formación de criterio desde la sensibilidad estética y social. Ciertamente encuentro una labor educativa en ese describir y analizar críticamente a conciencia.
Hay algo más que a través de esta obra y su actual dedicación a investigar y publicar, en el significativo espacio que brinda la Universidad de Lima, encuentro en la obra de Isaac: un compromiso generoso con la sociedad a través de una persona que es un cinéfilo de toda la vida.
(*) F. Truffaut “Nous sommes tous condamnés”1957 Arts, n° 621.29 mai – 4 juin . Citado por Dominique Fanne en “L’univers de F. Truffaut” 1972.Editions du cerf. Paris.
Fernando Ruiz Vallejos
Julio de 2014